Cuando llegamos a la Sala Galileo Galilei el letrero todavía no está iluminado. Son las cinco de la tarde y queda una hora para que este histórico local abra sus puertas. Un camarero sale y nos invita a entrar para que podamos hacer unas fotos del interior: la amplitud del espacio y la decoración de estilo heleno hacen de este “templo de la música” un lugar imponente. Por su escenario han pasado incontables artistas, entre ellos algunos de los más conocidos del panorama musical español, como Los Secretos, Antonio Vega, Joaquín Sabina, Javier Krahe o Kiko Veneno. Pero los músicos no son los únicos artistas que se asoman a este local: la diversidad es una de sus notas diferenciales. De ello son prueba las decenas de fotografías que cubren sus paredes.

Treinta minutos después, a la hora acordada, nos recibe Ángel Viejo, dueño de la sala y uno de los fundadores de La Noche en Vivo, una asociación de salas de conciertos y espectáculos en Madrid. Con más de 65 años y una sonrisa fácil, nos pide que le hablemos de tú. Nos sentamos con él en una de las mesas que no tardarán en llenarse y conversamos acerca del local, de sus inicios, de su papel en la cultura madrileña y en la música independiente y del futuro que les espera a las salas y a la música en directo.

Fundador de la sala Galileo Galilei, Ángel Viejo
Ángel Viejo
Fotografía del diario ABC

Hace 34 años, en 1985, abristeis esta sala en el espacio del antiguo cine Galileo. ¿Por qué elegisteis esta localización?

Sí, el local había sido antes un cine de barrio, de sesión continua, y luego un cine de arte y ensayo. Cuando cerró, pasé por aquí y lo compré. Elegí esta zona porque la conocía de antemano: yo nací un poco más abajo, en Rosales, y siempre me he movido por aquí. Además, ya tenía otros dos locales en la zona: la sala Clamores y La Hemeroteca.

El nombre, aparte de ser el de la calle y el cine, ¿tiene algún significado especial?

Sí. El nombre era sencillo, porque la calle y el antiguo cine ya se llamaban así. Pero también tiene otro significado: la música para las instituciones madrileñas siempre ha sido como el patito feo. Para el Ayuntamiento, el tipo de actividad que íbamos a hacer producía ruido y era molesto. Nosotros ya lo sabíamos, porque teníamos la experiencia de las otras salas. Así que el nombre nos servía para recordar todos esos problemas que ya teníamos y que nos podíamos encontrar, y los inconvenientes y circunstancias a los nos íbamos a enfrentar. Como Galileo Galilei, íbamos a tener que hacer frente a muchos obstáculos. 

En otras entrevistas has afirmado que cuando inaugurasteis la sala en Madrid solo había discotecas que organizaban espectáculos de vez en cuando. ¿Por qué decidisteis crear una sala que ofreciera actuaciones casi a diario?

Teníamos claro que queríamos ofrecer algo de tipo cultural, no queríamos ser otra discoteca o bar corriente. Las demás discotecas hacían una actuación al mes o así, pero mi idea era ofrecer esa cerveza o refresco y algo más, que el aliciente fuera la cultura, y no solo tomar una copa. Quería hacer algo distinto y dedicarme a ello.

En cambio, hoy en día son muchas las salas que ofrecen música en directo en Madrid. ¿Qué tiene la Galileo de singular y especial frente a otras que se dedican a lo mismo?

Que es muy ecléctica: yo doy cabida a todo lo que sea cultura. Hay otras salas que ofrecen música también, aunque que lo hagan a diario como yo solo hay una, el Café Central. Pero se dedica solo al jazz. Yo no. Ayer tuve una actuación de blues, hoy de humor, mañana indie… Cada día de la semana cambiamos de actuación y hacemos de todo: magia, humor, programas para la tele, pop, canción de autor, rock, electrónica… Trabajamos también con una escuela de cine de la que han salido grandes directores como Santiago Segura o Fernando León, que estrenó aquí uno de sus cortos. El otro día vino una editorial con más de diez escritores por el Día Mundial de la Poesía, ahora estamos en tratos con la Complutense para hacer unas charlas de tipo cultural… Es decir, siempre estoy abierto a cualquier actividad, no me cierro a nada. Quizá esa es la mayor diferencia con el resto de las salas de Madrid.

¿Vuestra oferta siempre ha sido así de diversa?

Ha sido así desde el principio. Tenía claro que no quería encasillarme en una sola cosa, sino estar siempre abierto a cualquier actuación que tuviera una cierta calidad y que fuera en directo.

Interior de la sala Galileo Galilei
Interior de la sala
Fotografía de Alicia Calvo Hernández

La noche madrileña y los espectáculos en directo suelen asociarse a un público joven y adulto. ¿Vosotros a quiénes queréis dirigiros?

Nuestro público va desde niños hasta gente de noventa años, porque nuestros espectáculos son muy distintos entre sí. Pero incluso dentro del mismo espectáculo el rango es muy amplio. Yo creo que es muy importante que los chavales se acostumbren a ver actuaciones en directo, y por eso programo también para ellos. Como no es algo que suelan ver, cuando vienen se quedan fascinados.

Nos has dicho que siempre estás abierto a cualquier espectáculo de tipo cultural. En este sentido, ¿qué papel pretende cumplir la Sala Galileo en la cultura madrileña?

El objetivo es que lo que ofrezcamos tenga calidad y que sea algo que merezca la pena y que motive a la gente a venir a la sala.

¿Y cómo eliges a los artistas que pasan por aquí?

Muchas veces te eligen ellos, y otras veces elijo yo. Recibo unas treinta llamadas diarias y casi cien correos electrónicos. Para seleccionar siempre escucho y veo qué hacen, y si considero que tienen un buen nivel lo incluyo, aunque no sean conocidos. Claro, no siempre puede ser el día que ellos quisieran, porque una sala como esta tiene mucho costo y es necesario que las actuaciones funcionen. Pero siempre doy posibilidad a gente que no es conocida y de aquí han salido grandes figuras que ahora están tocando en estadios.   

Interior de la sala Galileo Galilei
Fotografías del interior de la sala
Fotografía de Alicia Calvo Hernández

Como has dicho, por aquí han pasado algunos de los músicos españoles más influyentes. Pero también hay espacio para otros menos conocidos o que están empezando. ¿Crees que la sala cumple un papel importante en el impulso de estos músicos emergentes?

Creo que representa algo para toda la música en general, pero para los independientes más, porque no están en las multinacionales, sino que son gente que está empezando y que tiene que hacer todo por ellos mismos. Es decir, lo tienen más difícil y algunos ni siquiera entran en el circuito de músicos independientes. Por eso nosotros hemos apoyado mucho este tipo de música.

Además de en las salas, la música en directo también se disfruta en los festivales, y últimamente se afirma que estos han ido sustituyendo a las salas en su papel como impulsoras de la música independiente. ¿Estás de acuerdo con esto?

Bueno, primero, la independencia es relativa. Es la parte económica la que prima, tanto para las salas como para los artistas. Así que cuando los independientes entran en un circuito de grandes festivales que les pagan dinero, pierden gran parte de su independencia. Aunque esto es lógico: si un músico quiere vivir de su música tiene que entrar en el circuito comercial. Lo que ocurre es que a veces esos festivales exigen exclusividad a sus músicos, que durante un periodo de tiempo no toquen en otros lugares de la misma zona. Eso te puede perjudicar en el sentido de que ese músico independiente al que las salas llevan programando y apoyando durante un tiempo de repente deja de venir. 

¿Crees que la música se escucha y se siente de manera diferente en una sala de pequeño o mediano tamaño como esta que en un gran festival?

Sin lugar a dudas. En el gran festival estás en un espacio muy grande, con muchas personas y grupos, aunque todos sean de música independiente. Pueden tener también efectos de luces y de pirotecnia que aquí no hay. Todo eso tiene su encanto y te lo puedes pasar muy bien. Pero si quieres escuchar música en condiciones tienes que venir a un sitio como este. Aquí tienes otro encanto, el de la cercanía con el músico, un contacto directo que en los festivales desaparece. La sensación es distinta tanto para el espectador como para el músico. Es una experiencia distinta.

Aquí tienes otro encanto, el de la cercanía con el músico, un contacto directo que en los festivales desaparece.

Estamos también en la época de Internet, que ofrece un espacio a todos los artistas y la posibilidad de que cualquiera les escuche cuando quiera. ¿Esto os ha afectado en algún sentido?

Bueno, a principios de los 2000, en los comienzos de Internet, nosotros empezamos a emitir en streaming nuestros conciertos en directo. Fuimos la primera sala en Europa en hacerlo. Durante un tiempo las visitas a la página subieron muchísimo y nos veían desde muchas partes del mundo. Y gracias a verlo por Internet, empezó a crecer también la cantidad de personas que veían a la Galileo. Pero después se empezó a meter la SGAE, que quería cobrar sus derechos, y las discográficas. Así que, aunque lo que nosotros queríamos es que tuvieran una mayor difusión la música en directo y la sala, tuvimos que dejar de hacerlo, porque nos costaba dinero y no recibíamos ningún ingreso a cambio.

Aún así creo que la música en directo e Internet son complementarios y ahora seguimos grabando algunos vídeos en directo en las redes sociales. Eso al final suma, porque incita a la gente que no escucha música a venir a una de nuestras actuaciones. Por supuesto que también hay personas que no van a venir a verlo nunca y que pueden ver el vídeo en Internet, pero todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes.  El mundo está cambiando con Internet, y todos nos tenemos que adaptar.

El mundo está cambiando con Internet, y todos nos tenemos que adaptar.

Ya que hemos hablado un poco de la evolución del panorama musical en los últimos años, ¿hacia dónde crees que va a ir a partir de ahora?

Yo creo que la música va a ir creciendo, no tengo la menor duda. Y en concreto va a crecer la música en directo. En Europa no hay ningún país que tenga ni el 50% de los festivales que hay en España, y eso en algún momento se saturará. Pero la música en directo de las salas nunca va a dejar de existir. Al final lo que la gente quiere es la presencia física y directa. 

Entonces, ¿eres optimista respecto al futuro de las salas?

Sí. Lo que más nos perjudica son las crisis económicas, que la gente no tenga trabajo ni poder adquisitivo. Pero en el momento en que tienen alegría y ganan un poco de dinero no hay ningún problema, siguen saliendo a divertirse y a buscar el contacto con otras personas. Porque Internet te da muchas facilidades, pero también te encierra en ti mismo. Por eso creo que la música en directo va a seguir hacia delante.

Sin embargo, en el pasado, durante los años noventa, las salas tuvieron algunas dificultades.

Sí. Hubo una época en la que había muchísimas salas: en los años noventa más de cien salas en Madrid se dedicaban a ofrecer música. Pero después fueron cerrando por presiones de la Administración, sobre todo del Ayuntamiento, y decidimos que teníamos que poner freno a la situación. Así que un compañero de profesión y yo creamos la asociación La Noche en Vivo, para defender nuestros derechos. Así conseguimos un poco más de fuerza frente a las instituciones y dejamos de ser “los tíos esos que hacen ruido y molestan a la gente”. Ahora somos unas 45 salas.

Y, actualmente, ¿cuál es la relación de las salas de música con la Administración?

A la Administración todo lo que es cultura no le importa. Yo hago unas 450 actuaciones culturales al año. Eso es lo que aportamos al pueblo de Madrid. No sé cuánto puede valer, pero la Administración debería valorarlo. Aunque los tiempos están cambiando, ahora nos escuchan más y el Ayuntamiento ha empezado a concedernos pequeñas ayudas. Pero dentro de la cultura, las salas siguen siendo lo último.

¿Hay algún tipo de ayuda que podrían daros para mejorar esta situación?

Hay una cosa que es más importante que cualquier ayuda económica: la difusión y la comunicación, porque la publicidad es lo que más dinero cuesta. Algo que hacen en Cataluña, por ejemplo, es publicar todas las actividades que tienen los locales de música en directo en los periódicos y en las emisoras de radio, y lo paga la Generalitat. Para nosotros eso sería una gran ayuda, porque es muy difícil llegar a toda la gente que podría estar interesada en nuestra actividad en una ciudad tan grande como Madrid, aunque utilicemos nuestros medios y nuestras redes para intentarlo. Así que para mí lo más importante, y lo que más echo en falta, es la divulgación.

Exterior de la sala Galileo Galei
Exterior de la sala Galileo Galilei
Fotografía de Alicia Calvo Hernández